19 de agosto de 2010

Qué desastre!

Soy un desastre, y lo he vuelto a descubrir hoy, ahora. Ahora que me descubro escuchando a María Dolores Pradera con media lágrima en la mejilla... he recordado lo que me gustaba escribir. Y reconozco que lo que escribía no era gran cosa, pero me gustaba. De pronto recuerdo que contaba mis sentimientos y mis pensamientos, confiaba en la gente. En las tinieblas de mis recuerdos me veo frente a la pantalla o frente a una persona. Con el tiempo he ido callándome cada vez más. Reflejo de ello es este blog, abandonado a su suerte.

Una vez más escribo aquellas sabias palabras "Solo cuando estás triste o te pasa algo sientes la necesidad de escribir". Y es cierto. He perdido la costumbre de decir lo que siento. He perdido la costumbre de, en la mayoria de las ocasiones, decir lo que realmente me está pasando por la cabeza. Se queda todo en algo "politicamente correcto".

A punto de acabar una carrera que supuestamente me ha enseñado a conocer el entorno que me rodea, lo que se ve y lo que no, a veces me siento perdida en un inmenso mar de relaciones interpersonales complejas y delicadas que requieren cada una y cada cual su propio tratamiento.

"Amigos especiales", los llamé hace poco. Pero, ¿quién no es especial? ¿quién puede decir que es normal?. No lo sé. Prefiero pensar que todo lo que sé (lo que me han enseñado durante 5 años) no es del todo cierto y que la capacidad de elección es algo posible y no inventada por el mercado de consumo para que vivamos un poco más felices.

Es frustrante no poder o no saber que dar o que hacer. Es dificil intentar explicarle a alguien algo que ni yo misma comprendo. Posiblemente, yo también sea una persona especial, que no diferente, y aun no he encontrado la forma de tratarme.

Ojala todo fuera tan simple como etiquetar: "Tú necesitas este o aquel consejo. Para ti guardo tal anécdota o tal comentario. A tal otro le voy a enseñar a decir lo que piensa, lo necesita".

Creo que falta algo en mi vida. No sé el qué. Puede ser que cuando ya se tiene todo (no digo la felicidad, pero casi) haga falta un buen golpe que devuelva el rumbo.

Aquí hay algo que falla, y no sé lo que es.

Un Poquito de Mi

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