9 de diciembre de 2007

Heridas


Pongamos que tengo una herida. Imaginemos que esta herida es profunda, sin llegar a ser sangrante. Esta herida nació de un corte limpio, rápido, sin tiempo para reaccionar y evitar el dolor. Esta herida duele, pero, aunque sea de forma racional, puedo controlar el dolor.


Nada tendría de particular si con el paso de un corto periodo de tiempo esta se hubiera cerrado. Si las condiciones externas a la herida hubieran favorecido que se cerrara, cicatrizara y dejara una magnífica y maravillosa muestra de su existencia. Algo que recordar toda la vida. Pero no. Esta herida tiene una situación estratégica que le impide curarse correctamente. Está en un sitio en el que facilmente cualquier cosa puede rozarla o golpearla impidiéndole curar.


Y como ocurre cuando no queremos que algo pase, esta herida recibe más golpes de los necesarios. Golpes que no puedo evitar. Dedos inconscientes se encabezonan en urgar en ella con excusas ínfimas e irrisorias.


Qué hacer entonces con la herida?


Si la encierro en un envoltorio artificial para aislarla del mundo exterior, sin luz ni oxígeno, tardará más en cicatrizar y puede ser que tarde muchísimo más en curar. Pero si por el contrario la dejo al aire, recibiendo golpes, curará antes? Sería más eficaz ayudarla con algún tipo de líquido sanador calmante... mejor. Siempre será peor encerrar el dolor e intentar minimizarlo mirando hacia otro sitio.


Cada uno elige lo que hacer con sus heridas. Si taparlas o permitir que curen a la vista de todos. Lucir una cicatriz es tan loable como llevar una medalla. Podemos aprender de ella. Es el recuerdo visible de nuestro pasado. De como y porqué estamos donde estamos.

Casi por cada una de las heridas que nos hacen, o nos hacemos, deberíamos apuntar una rallita en un papel. Como el que recuenta votos en unas elecciones, para no olvidarnos de lo que aprendemos. Interiorizarlo. Hacerlo parte de uno mismo sin que por ello nos haga daño.


Yo tengo una herida. Esa herida se reabre casi todas las semanas. Esta herida condiciona mi vida. Esta herida impide que pueda ser feliz de verdad.


Aunque bueno, la felicidad no es una meta, es un camino. Señores. No olvidemos los cimientos de una vida.


un beso!!



pd: Mi vida... bien. Muy bien. Centrada en lo que me rodea más que en mi misma. Algo bastante curativo cuando todo lo que hay dentro hace que quiera salir corriendo. Necesitando urgentemente unas vacaciones... para disfrutaros. Ánimo, que no solo de estudiar u hacer campaña vive el hombre.

2 comentarios:

Noi dijo...
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Noi dijo...

Hace 3 años tuve un accidente con el coche, siniestro total al quedarme dormido conduciendo subiendo de la playa. Salí casi ileso. Solamente un cristal clavado en el codo que me ha dado un poco el coñazo. Hace un mes me lo operé y me volvieron a abrir la herida. Curiosamente después todos los golpes iban al mismo sitio y me dolía muchísimo y pensé.. "será que recibo tantos golpes porque tengo la herida? o quizás siempre recibo los golpes pero ahora me duelen más?"
Yo dejé la herida al descubierto, estaba más expuesta sí.. Pero así mucha gente la veía y tenía cuidado de no rozarme.. Siempre había algún torpe o miope que no se daba cuenta, pero pronto aprendí a distinguirlos y cuando los veía aparecer tenía cuidado de ellos.. Jeje ;)

Me encanta como escribes, no dejes de hacerlo.. Un beso niña

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