20 de septiembre de 2007

Un Día Como Ayer

" Hacía tiempo que no pasaba por aquí. Quizás por pereza, por soberbia o por algún otro pecado capital que ahora no recuerdo. Todo parece igual que ayer. O igual que hace dos años. Las mismas caras, las mismas manchas en el suelo... todo sigue igual. Pero en el ambiente respiro algo diferente. No sé distinguir muy bien el olor que inunda mis pulmones, ultimamente hacia tiempo que no lo respiraba, pero creo que anda por aquí la consabida soledad.
Sería estúpido negar los recuerdos. Querer que se encerraran en una caja y lanzarla lejos. Los recuerdos son parte de nuestra historia personal y nos definen como individuos. Pero solo con el tiempo aprendemos a que esos recuerdos no duelan, no nos taladren el corazón cada vez que les da por aparecer. Pero al final, siempre vuelven. Buenos y malos. Generalmente más los buenos que los malos. Si no fuera así las reflexiones no se amontonarían ahora mismo en mi mente.
Acaba de entrar una pareja. No deben de tener más de 15 años. Se han sentado en nuestra mesa! Bueno, la que fue en su día nuestra mesa. Veo reflejados en sus ojos de adolescentes todo el amor y el cariño que un día corría por mis venas. Se ríen, comentan, se abrazan. Apostaría lo que fuera a que es su primera relación de verdad. De esas que te hacen perder el norte. De esas que andas flotando por el mundo como si no hubiera nadie más a tu alrededor. Se besan. Un beso largo y sentido. Para ellos no hay nadie más en el mundo y como tal puedo seguir observándolos y rememorando mi propio pasado sin temor a que dejen de regalarme esos instantes de melancolía. Yo también dí un beso en esa mesa. Yo también me aferré a una mano como si de un clavo ardiendo se tratara pensando que toda esa felicidad era impensable que se me pudiera escapar. Pero sucedió, como suceden estas cosas. Un día esa mano ciega y sorda se soltó. Y comenzó a necesitar la soledad y la independencia que aquel clavo no pudo darle.
Se están escribiendo cosas en una servilleta. Posiblemente un par de "Te Quieros" y "Para Siempre". Posiblemente porque la ignorancia es la felicidad y solo con la experiencia se aprende yo los veo con unos ojos que antes desconocía que tuviera. Yo puedo demostrar que esas palabras no siempre son eternas y que hay que saber aprovecharlas cuando se dicen. Saborear cada palabra y cada minuto con la otra persona porque siempre puede ser el último. O nunca repetirse.
Y así pasan los minutos, las horas. Al fin parece que se van, se han cansado de encerrar su amor entre cuatro paredes. Es demasiado imperioso para quedarse quieto y no molestar. Es doloroso incluso no demostrarlo. Se ponen en pie, "Te quiero" le ha dicho ella cuando la ha dejado pasar, "Yo más" le ha contestado él mirándola embelesada. Cuantos recuerdos vienen a mi memoria... Parece que fue ayer cuando era yo la niña embelesada. Cuando era yo la pobre ingenua que no sabia esconder sus sentimientos. Aquella niña que a fuerza de palos aprendió lo que era la vida real y el mundo fuera de la pompa rosa del amor.
Pero yo decido me quedo allí. Un rato más al menos. Hasta que alguien se acuerde de que sigo en el mundo de los vivos y me reclame. Se está agusto allí. Veo a al gente pasar. Extranjeros curiosos en su mayoría en busca de la foto perfecta. Me encanta mirar la vida desde una mesa sola, con una silla sola, y un café con leche y hielo.
Algún día mi mesa volverá a tener dos sillas y el café será para dos. Pero hasta que ese día llegue, seguiré viniendo a contemplar este lugar con cierta melancolía y un poco de añoranza. "


3 comentarios:

Ana Cervantes dijo...

Nena es el escrito más bonito y más profundo que has realizado. Qué bien transmites esa nostalgia contenida que nos acompaña sin pedirnos permiso. No podemos obviar los recuerdos, pero tampoco podemos vivir de ellos. Los recuerdos son un signo de experiencia, están ahí y nos dan la posibilidad de no tropezar dos veces en la misma piedra.

Ya sabes que mi lema es el Carpe Diem, vive tu presente, de él vas construyendo tus recuerdos. Sólo importa lo que hay entre el ayer y el mañana: HOY. A propósito de esto, he colgado un poema en mi blog que se llama -Hoy puede ser un gran día-, espero que te guste, siempre has entendido lo que quiero decir con los poemas que cuelgo.

Siempre que esté cerca de ti, ese café será un café para dos, y tu mesa tendrá dos sillas.

Hasta muy pronto cielo.
Besicos.

Gonsaulo Magno dijo...

Muy muy bonito... :)

Edén dijo...

Sólo puedo decir que me he puesto tontísimo leyendo esto.

Yo también fui un día el chico atontado mirando a los ojos a la chica atontada. Y eso que no tenía 15 años, sino 21; pero creo que afecta por igual.

Menos mal que ya estoy vacunado, si no me habría cagado en ti por recordarme esas cosas jejeje.

Un besito ;-)

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